60 minutos de terror en el cajero

Una auténtica y común pesadilla que sólo algunos hemos tenido el infortunio de vivir.

Mi reloj marca las 10:25 am, una mañana calurosa de esas que no da ganas de moverse de la oficina, disfrutando del agradable aire acondicionado que envuelve las sólidas paredes. Pero lo inevitable de la jornada laboral, hay que salir durante el día a retirar dinero para realizar la compra de un producto que excede lo que mi billetera guarda en este momento. Salgo de la oficina, me dirijo al estacionamiento donde se encuentra mi automóvil y me encuentro a un compañero de trabajo que me pide el favor de llevarlo al punto más cercano que dentro de mi trayectoria al cajero lo acerque a su destino. Afortunadamente para mí, el cajero se encuentra a escasas 6 cuadras de lugar donde trabajo.

No más de 4 minutos me toma llegar al cajero, detengo el automóvil sin apagarlo, esto con motivo de mantener el aire acondicionado y le pido a mi compañero que me espere un momento, me formo detrás de una persona que esperaba su turno para acceder a los cajeros y justo 2 segundos antes de que saliera la persona que se encontraba dentro, un microbús comienza a vitorear con el claxón señalando que estoy mal estacionado y eso le impide pasar.

Inmediatamente me subo al auto y logro estacionarlo un poco más adelante, mantengo el automóvil encendido y le comento a mi compañero. –No demoraré, yo sigo en la fila-.

Pero Ohh sorpresa al llegar nuevamente a la fila, dos personas más ya estaban formadas, -No me queda otra opción por el momento- pensé. Afortunadamente, mejor dicho gracias a la grandiosa habilidad que poseen los cientos de miles de usuarios para retirar dinero de un cajero (obviamente esto es un sarcasmo, y es que tengo la idea de que mucha gente piensa que el cajero es un ser vivo, androide o agente inteligente que piensa por ti y sabe la operación que quieres realizar), me tomó esperar 9 minutos para que me tocará turno para entrar al cajero y realizar mi operación.

Y aquí señores, es cuando comienza realmente la historia terrorífica.

Procedo a introducir mi tarjeta en la ranura del cajero y que en teoría, tiene la más alta calidad y confiabilidad para la realización de las operaciones bancarias. Introduzco mi clave, registro la cantidad que deseo retirar y comienza el proceso.

Después de dos minutos de soportar una serie de ruidos emitidos por el cajero, los cuales me hacían imaginar a un pequeño ser que vivía dentro del cajero y que se encontraba realizando la impresión de billetes, la organización de los mismos, la selección y entrega al usuario. Pero no, el escritorio del sistema operativo Windows NT, once ventanas con muchas carpetas y 3 ventanas emergentes me hicieron regresar a la realidad, el sistema desplegaba como suele hacerlo cuando presenta un error, una serie de mensajes, que aún siendo Ingeniero en Sistemas no lograba descifrar y que por obviedad no me interesaba en lo más mínimo hacerlo, ya que mi objetivo ahí no era brindar soporte técnico, si no retirar dinero.

Un leve cosquilleo recorrió mi cuerpo, la sorpresa y el desagrado me invitaban a sacudir el cajero y oprimir todos los botones. Recordé a mi compañero en el auto, la prisa que tenía por comprar el artículo y el regresar con prontitud a la oficina. Un respiro profundo me devolvió la calma y procedí como tiene que proceder alguien que por fortuna ha leído una serie de libros y artículos para conservar la calma en los momentos más difíciles.

Y fue así, le dí vuelta a la hoja y a lo que sigue, inmediatamente tomé mi celular y marqué al centro de asistencia para reportar cajeros, que en el caso de este banco tiene un número particular para esta serie de eventos.

Honestamente contestaron rápido, si acaso 30 segundos habrán transcurrido, me respondió una señorita y entablamos la siguiente conversación, -Buen día, con quien tengo el gusto y en que puedo ayudarle-, -Buen día, señorita, mi nombre es Carlos Durán del estado de Campeche y tengo un problema con un cajero –, ¿Qué problema tiene?, – La pantalla presenta varios mensajes de error y el cajero no me devolvió mi tarjeta ni el dinero– podría darme el número de cajero que está en la parte superior, – claro X9Q193 – listo señor Durán, espere ahí, voy a reiniciar el cajero y usted podrá recuperar su tarjeta, – Gracias –.

Mi mente recordó aquellos viejos tiempos donde las maquinas 486 hacían gala de ser supercomputadoras en la sala de cómputo de la Universidad Autonóma, cinco minutos tuve que esperar para que el cajero recobrara el sentido y me atendiera de nuevo. Tiempo en el cual no pude salir de ahí para avisar a mi compañero y apagar el automóvil.

Para mi sorpresa y la de todos ahora que comparto esta historia, el cajero no me devolvió mi tarjeta, motivo por el cual tuve que llamar de nuevo a la amable señorita que me había atendido.

-Sí, bueno, disculpe señorita hablé con usted hace un momento, tuve un problema con el cajero-, sí permítame un segundo por favor. Y es este preciso momento, lo único rescatable de la mañana, en el auricular del teléfono Ray Conniff interpretaba una bella melodía para mí, en exclusiva y sin pagar un sólo centavo, al parecer la señorita lo había contratado para tranquilizar a los clientes iracundos. Desafortunadamente la magia terminó y la señorita retorno para decirme, -sí dígame, que problema tiene-, -Lo que pasa es que no me devolvió mi tarjeta el cajero-, ok, lo voy a transferir a asistencia al cliente.

Sorprendente pero cierto, Ray Conniff seguía tocando para mí, al parecer no se había percatado que por algún momento no estuve escuchándolo, de hecho pensé en comentarle lo sucedido pero no me pareció de buen gusto interrumpir tan bella melodía.

Tres minutos después la llamada se esfumó, capufff, desapareció, me encontraba en el silencio ensordecedor de la nada, ni señorita, ni Ray Conniff. Voltee mi rostro al cristal de la puerta de entrada al cajero y ahí estaba “LA IRA”, flaca y respingada, esperándome justamente un metro frente a mí.

Ya habían transcurrido veinte minutos desde que había estacionado mi auto la primera vez frente al cajero.

Salí del encierro que me ocasionaban las 4 reducidas paredes del cajero y dí la vuelta, afortunadamente la sucursal estaba a unos pasos de ahí. Entre y tomé el teléfono para clientes y oprimí la famosa tecla SUPERNET, que debía comunicarme con la asistencia al cliente. Minutos después contestó un joven y me pidió datos similares a los que me había solicitado anteriormente la señorita. Le expliqué el motivo de mi llamada y sin perder el tiempo me dijo –Señor, ya cancelamos el plástico de su tarjeta, ahora le enviaremos una reposición, por lo cual deberá pagar $75 pesos + IVA-, -Quéeeeee, pagar, queeee, a cuenta de o que, si mi tarjeta estaba en perfecto estado, yo no la extravié, el cajero la retuvo-, – Señor es el procedimiento, y tiene tres opciones, quiere la renovación Express bla bla bla, o la tradicional bla bla bla o la personalizada con una imagen, bla bla bla-, Hey hey hey señorita, quiero mi tarjeta, igual a la que metí, que opciones ni que opciones, quiero una como la que tenía-, ok entonces ACEPTA EL COSTO DE $75 + IVA PARA LA REPOSICION, ¿acaso tengo otra opción?.

Después de esto y retomando mi objetivo inicial, “retirar dinero”, me formé en la cola para retirar dinero desde la ventanilla del banco. Diez minutos después logré llegar a una de las tres ventanillas, dónde una cajera me atendió amablemente.

-BUEN DIA necesito retirar dinero porque el cajero me retuvo la tarjeta, aquí tiene mi número de cuenta y mi credencial de elector-. Sabe su número de tarjeta. – Definitivamente no señorita, pero ahí tiene el número de mi cuenta de cheques –, tendrá que solicitarlo a uno de los ejecutivos. –OK-

Era un hecho que en ese momento todos lo ejecutivos se encontrarían ocupados, pero aún así me acerqué a un escritorio y muy amablemente le comenté mi situación y le pedí de favor me proporcionara el número de mi tarjeta para poder retirar dinero.

– Un momento por favor, me respondió el flamante ejecutivo -. Después de un par de minutos mientras el ejecutivo terminaba de conversar con otra ejecutiva de sucesos totalmente ajenos e irrelevantes a las actividades propias del banco, retomó la conversación conmigo. – mmm, ¿en éste banco tiene su cuenta ?-, comentario que me dejó atónito, -¿Es este Santander Serfín ?-, Sí, así es, -entonces sí es mi banco –, me refiero a ¿que si en esta sucursal abrió su cuenta?, -No, fué en Torres de Cristal –, entonces tiene que ir ahí.

Y es en este punto y por respeto a los lectores, que no pienso hablar más del asunto. Quiero pensar que el exceso de tecnología es inversamente proporcional a la capacidad profesional del individuo y por lo tanto la era en que las maquinas superen al hombre está mas cerca de lo que imaginamos.

Pienso en esto porque no se me ocurre una justificación más cercana a la realidad. Me faltarían dedos de la mano para mencionar los métodos que pudo utilizar este individuo para mantener un cliente satisfecho.

A fin de cuentas, logré retirar el dinero, con un método un poco ortodoxo, pero lo logré. Claro descontando la suma de lo perdido; 60 minutos de mi tiempo, 60 minutos del tiempo de mi compañero, 10 litros de gasolina, 3 llamadas por celular, $75 pesos más IVA y un terrible dolor de cabeza.

Definitivamente la próxima vez que visite un cajero, lo pensaré más de dos veces y en caso extremo de tener que ir, lo haré con el firme pensamiento de que podré vivir nuevamente 60 minutos de terror.

3 comentarios en «60 minutos de terror en el cajero»

  1. Es preciso saber como deseas ver la vida

    si las vislumbras como un infortunio estas en lo cierto ya que asi la encontraras.

    Por el contrario:

    Si la percibes como la esencia de estar vivo, sabras que hay situaciones que pueden no ser del todo buenas para uno mismo pero si al enfrentarte a ellas llegas a sentirte, enojado, euforico, negativo, creeme que tu mismo recreas la situacion.

    consejo:

    vive la vida sin preocupaciones, si se te presentan estas situaciones observa a tu alrededor y ve que el mundo no se detiene por que eso te esta pasando a ti.

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  2. jajaja, estuvo bueno tu temple y la forma en la que recuerdas el terrorifico suceso, la verdad no se le desea a nadie, yo por eso soy antiserfin. maliiisiisiisiimo.

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  3. serfinnn??? bahhh, cobrones hasta para hacer filas son cobrones; como diria mi compa paco: la paciencia no es una virtud es una necesidad (y mas en estos tiempos. saludos

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